Alexander Fleming abandonó sus trabajos entre 1929 y 1931 porque sus
experimentos le indicaron que aquella sustancia no permanecería en el
cuerpo después de ser inyectada y que por ello no podría servir para
tratar una infección.
Sin
embargo, sus artículos y conferencias acerca del tema fueron retomadas
por Howard Florey, Ernst Chain y Norman Heatley, quienes purificaron la
penicilina y la usaron en ratones infectados con estafilococos para
salvarles la vida. Después de superar los ensayos clínicos en humanos,
Florey, Chain y Fleming recibieron el premio Nobel de Medicina en 1945
por el descubrimiento y producción de la penicilina. Aquello estimuló la
búsqueda de nuevos antibióticos y transformó la medicina.
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