Alexander Fleming no descubrió la penicilina, se la encontró. Hasta el diccionario de la RAE usa su caso para ejemplificar la definición de serendipia. Pero es que tampoco supo ver sus posibilidades terapéuticas. Eso lo logró un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) que, cuando el hallazgo de Fleming caía en el olvido, lo retomaron. Hace ahora 75 años, primero probaron este misterioso hongo con ratones y después con humanos. Aunque el primero de sus pacientes se les murió, fue el verdadero inicio de la era de los antibióticos.
Técnicos refinando penicilina en un laboratorio de Reino Unido en 1943. James Jarche |
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